En la actualidad, muchos padres no juegan lo suficiente con sus hijos y se limitan a proporcionarles herramientas para que ellos jueguen, sin darse cuenta de que juegan un papel fundamental en el proceso de desarrollo de sus hijos. Así lo afirma María Couso, una pedagoga, maestra y experta en Psicopedagogía Clínica y Neuroeducación en una entrevista con Infosalus.
Couso cree que el ritmo de vida actual nos impulsa a correr de un lado a otro, y que a menudo no nos centramos en lo que realmente importa, que es prestar atención a nuestros hijos. Muchas veces, se intenta cubrir esa necesidad con objetos, juguetes y videojuegos, creyendo que más es mejor, cuando en realidad, lo que los niños necesitan es la atención y el tiempo de sus padres.
En lugar de jugar con ellos, se opta por juegos autónomos o por el uso excesivo de videojuegos, y se olvida que los juegos de mesa pueden ser una herramienta útil para el desarrollo de los niños. En su libro «Cerebro, infancia y juego. Cómo los juegos de mesa cambian el cerebro» (Destino), Couso destaca la importancia de los juegos de mesa para el desarrollo de los niños.
Según Couso, el juego de mesa es una herramienta que nos permite cambiar la forma en que procesamos las cosas, teniendo en cuenta que el cerebro está en constante cambio y que es neuroplástico. El juego es un mecanismo de aprendizaje holístico que nace de la curiosidad más básica, por lo que es una herramienta que debemos tener disponible en el hogar o en las escuelas donde hay niños.
7 formas en que los juegos de mesa moldean el cerebro de los niños
Couso señala varias ventajas de los juegos de mesa para el desarrollo de los niños. En primer lugar, permite el desarrollo global del individuo, ya que estamos compartiendo un espacio personal, interactuando y haciendo input para que ese desarrollo surja. Al tener que coger una pieza del juego o establecer una dinámica en turnos, se interactúa con otros y con los elementos del entorno, lo que entra de lleno en el desarrollo sensorial.
En segundo lugar, los juegos de mesa permiten trabajar las habilidades emocionales, ya que compartimos un tiempo de entretenimiento donde las emociones tienen que ser agradables. A través de esa dinámica lúdica, liberamos serotonina que nos hace sentir bien, y nos permite establecer vínculos con aquellos con quienes jugamos regularmente.
En tercer lugar, los juegos de mesa nos ayudan a desarrollar habilidades lingüísticas. Al leer las instrucciones o comprender el mensaje que otro adulto me transmite sobre la dinámica del juego, trabajamos nuestras habilidades comunicativas y de comprensión. Asimismo, debemos comunicarnos entre nosotros y respetar los turnos de palabra.
En cuarto lugar, los juegos de mesa implican la competencia matemática, ya que todos los juegos implican un conteo, ya sea de las piezas que tenemos en la mano, los puntos que se van ganando a lo largo de la partida, o incluso el número de rondas que tiene el juego.
Ayudan a los niños a desarrollar habilidades sociales y cognitivas
Por otra parte, los juegos de mesa son una herramienta excelente para trabajar las funciones ejecutivas del cerebro, especialmente el área prefrontal, encargada de gestionar nuestras acciones a lo largo del día y acumular datos que necesitamos para hacer determinadas actividades. En estos juegos, es necesario tener constantemente presente el objetivo del juego y saber en qué estado de juego están el resto de jugadores, lo que implica una gran cantidad de trabajo cognitivo.
Además, este tipo de juegos implican la flexibilidad cognitiva, una función ejecutiva que se debe trabajar con los niños porque por naturaleza estos son más rígidos que los adultos. A través de los juegos de mesa, los niños pueden aprender a lidiar con la frustración de no siempre ganar y también pueden trabajar sus habilidades sociales para gestionar sus emociones.
Otra función ejecutiva que se trabaja en los juegos de mesa es el control de impulsos. Los niños a menudo tienen dificultades para controlar sus impulsos, pero los juegos de mesa les enseñan a pensar antes de actuar y a reflexionar sobre sus decisiones.
Algunas recomendaciones más…
Para concluir, la pedagoga María Couso señala que la edad recomendada en la caja de los juegos de mesa no es una regla estricta y que los padres deben adaptar los juegos a las necesidades y habilidades de sus hijos. Algunos niños pueden sentirse atraídos por los juegos de mesa a partir de los 3-4 años, mientras que otros pueden no estar interesados hasta los 6-7 años. Couso aconseja respetar los ritmos de cada niño y no forzarlos a jugar si no están interesados.
En cuanto a los juegos recomendados, la experta sostiene que lo más importante es conocer al niño y ofrecerle un juego que se adapte a sus intereses y habilidades. Respecto a la pregunta de si se les debe dejar ganar, Couso recomienda medirlo según el objetivo que se persiga con el juego, ya sea como herramienta de aprendizaje o para pasar un buen rato en familia.